Tomo prestado el título de la película de Clint Eastwood para reflexionar brevemente sobre el tan traído y llevado tema de los viejos símbolos. Acabamos de ver una gran ikurriña desplegada sobre la fachada del Ayuntamiento de Pamplona, ocultando a la Enseña nacional y a la roja bandera que luce las cadenas que los navarros supieron ganarse en la Reconquista de España, en la otrora tan “nacional” Plaza del Castillo, magníficamente recreada por Rafael García Serrano, hoy escaparate de guiris borrachos y manipulaciones separatistas aprovechando la fiesta de todos. Allí estuvo Hemingway tras sus dobladas campanas y sus crónicas desde la zona republicana, viviendo a cuerpo de rey y estomago de Cuba, en plena España franquista. Los vascos separatistas van a lo suyo y, que duda cabe, son audaces a la hora de llamar la atención. Pero no pasa nada, aquí todo el mundo tiene derecho a la libre expresión de sus ideas, ¿todos? quizás no los falangistas.