Por Pedro Conde

"Me cago en la Unificación, esto lo dice en sus Memorias Tomás Domínguez Arévalo, conde de Rodezno y Ministro de Justicia que fue en gobiernos del General Franco. Sin embargo, no dudó en defender en los orígenes esa unificación, provocando la división entre los carlistas navarros y su organización nacional, a cuyo frente estaba Fal Conde.

Éste fue el gran dilema: ¿unidos para ganar la guerra o separados por las ideas políticas con la posibilidad de perderla? Sin duda, la unidad es siempre una virtud difícil; porque unir partes heterogéneas, incluso opuestas, como monárquicos con antimonárquicos falangistas, como ejemplo del caso, para lograr un objetivo común es empresa de virtuosos. Enfrente, en el bando republicano tenían la muestra anárquica de lo que no debía ser. Pero "¿cómo estar y ser, uncir, unirnos nosotros, los de este bando?, se decían los nacionales. Unificar o unir, he ahí ese dilema de la eterna metafísica de España. Unir por voluntades o unificar por decreto. Lo primero parece la utopía de España; lo segundo, la solución drástica de siempre.

A los setenta años de aquella fecha, 19 de abril de 1939, con la amplia perspectiva y experiencia de la historia vivida por uno mismo, concluyes que éste es un pueblo o suma de pueblos que, después de cientos de años de historia en común y en conjunto, sigue haciendo bueno aquello que, dos mil años ya, dijo el griego Estrabón de nuestros antepasados los iberos: "Si no guerrean contra otros, lo hacen entre ellos.

¿Hasta en la democracia del tercer milenio se pelean? Pues sí, porque en esta tierra donde se da tanto gato por liebre, tanto mito y leyenda por Historia, los trileros que se cuelan en la urnas travestidos de políticos son capaces de convertir a aquélla, la democracia, en un régimen para panolis, con el exclusivo papel de súbditos cotizantes. La mediocridad como masa, envolviendo a la corrupción como contenido, es la sustancia de la que están hechos muchos políticos, como pastel que no se le atraganta a la mitad, zafia, de un pueblo. No se lo creerán; pero en mi patria, España, la democracia viene a ser muchas veces una mata para cubrir muladares.

Preguntemos al oráculo: ¿quién logrará alguna vez la unidad de España sin guerras y para la paz perpetua?, ¿cuándo dejarán de existir españoles que no quieren serlo? Demos contestación urgente a esta pregunta ya que, como dice el castizo, éramos pocos y parió la abuela, y a punto están de tirar abajo, otra vez, la puerta de entrada a la casa común los mismos que lo hicieran aquel malhadado año de la Historia de España, el 711 de la era cristiana.

Y mientras, aquí, que si nos unimos como podencos o no separamos como galgos.


Pedro Conde Soladana fue Jefe Nacional de Falange Española de las JONS (Auténtica) desde 1976 hasta 1979. Actualmente colabora como articulista en varias publicaciones.