El 19 de abril de 1937, hace 70 años, el General Franco dictaba el tristemente célebre Decreto de Unificación, que suponía la abolición de todos los partidos, entre ellos la Falange, en la zona llamada nacional, para crear un partido único, que primero se denominaría Falange Española Tradicionalista y de las JONS y luego Movimiento Nacional, y del que el incipiente dictador se autoproclamó Jefe Nacional. Desaparecía así de la legalidad la Falange originaria.

Pero hubo un hombre, precisamente el Jefe Nacional de Falange elegido democráticamente, Manuel Hedilla Larrey, que supo decir NO. Hedilla no aceptó la unificación impuesta ni el cargo que se le ofrecía en lo que sería el aparato formal del nuevo régimen. Esto le costó primero la condena a muerte, que fue después conmutada, y luego años de prisión y de ostracismo. Comenzaban cuatro décadas de fraude, en la que los símbolos falangistas fuieron prostituidos como ornamento de una dictadura conservadora que no llevó a la práctica la propuesta transformadora que el pensamiento joseantoniano representaba. Pero Hedilla se convirtió, a partir de entonces, en el símbolo del falangismo auténtico frente a la apropiación ultraderechista, con un gesto de coherencia y de dignidad del que nos sentimos herederos.

En este 70º aniversario, recogemos en nuestra web algunas colaboraciones en torno a una efeméride que es, sin duda, el recuerdo de una infamia, pero también el punto de partida de una larga resistencia frente a la falsificación.