Por Alonso Goya

Tal es el clima de crispación creado por los políticos de los partidos parlamentarios y alimentado por los periodistas seguidores de estos mismos grupos, que empieza a dar pánico encender una televisión o mover el dial de un aparato radiofónico.

En poco menos de dos semanas, cuando mi único interés era informarme sobre determinados temas o presenciar un debate serio entre contertulios sobradamente preparados para ello, me he encontrado con situaciones que parecían sacadas de una pelea callejera, de una bronca de mercado o de una fea discusión de barra de bar. Los implicados son personas de sobra conocidas que, en lugar de utilizar su –se supone- exquisita formación para argumentar sus opiniones, lo que hacen es lanzarse metafóricamente (de momento) al cuello de su adversario.

Escuchar a Federico Jiménez Losantos en su programa diario es como ir a un mitin de Ángel Acebes mezclado con una buena dosis de mala baba. Pero al menos éste –el famoso Don Federico- no lo oculta; caso muy diferente es el de su predecesor en el cargo y ahora contertulio de este programa, Luis Herrero. Este señor estuvo varios añitos supuestamente dando una información veraz y objetiva para, una vez terminada la labor encomendada, pasar a formar parte del Partido Popular. Muy objetivo debió de ser en sus opiniones, no cabe la menor duda. Pues este señor hace unas semanas gritaba –porque parece que dialogar no debe saber- a los cuatro vientos de las ondas radiofónicas que "el PP es el único partido realmente democrático en España. Sin comentarios.

 

En otro programa, éste televisivo, dirigido por Ernesto Sáenz de Buruaga, me encontré, después de varios años, con la cara y el vozarrón de la periodista María Antonia Iglesias, cuyo único objetivo en el debate parece ser impedir al resto que se expresen (¡qué dolor de cabeza!). De la boquita de esta señora salía la siguiente frase: "Toda la derecha española es fascista, fascista, fascista. ¡Toma joya!

 

Pero es que, en este mismo programa, los ojos se me daban la vuelta cuando veía cómo, ante una arremetida del líder de los forofos de un lado -Ignacio Villa, director de informativos de la COPE- que denominaba "estercolero a Jorge Vestringe, el catedrático le contestaba que Villa era "una basura. El educadísimo intercambio duró al menos un minuto ante la pasividad y la incompetencia del director y presentador, que no decidió poner a ambos de patitas en la calle.

 

Ejemplos hay mil y realmente, si no fuera para preocuparse y mucho, sería para reírse de este espectáculo circense. Lo que sí les propongo es que, en lugar de escupir sobre la inteligencia de los ciudadanos que buscamos información, se compren un saco de boxeo para calmar sus exaltados ánimos o que, si no les es suficiente, se citen un día en la Casa de Campo y se reten a duelo o se den una monumental paliza, pero, por favor, que no sigan compartiendo con nosotros sus asquerosos vómitos.

 

Cansado de tanta soflama desagradable, decidí poner al Loco de la Colina y me topé con una entrevista que le estaba realizando a Fernando Fernández Tapias –empresario y ex directivo del Real Madrid- y ante la pregunta de Quintero: "¿Cuál es la mayor satisfacción que le produce tener tantísimo dinero?, este hombre contestó :"Cuando paseo por cualquier gran capital del mundo y sé que me podría comprar lo que quisiese; unas joyas, unas pieles…si veo algo que me gusta, sé que lo puedo comprar. Yo no daba crédito a lo que acababa de presenciar. Pensaba: "Pero hombre, mienta, no diga eso, que le estamos viendo millones de ciudadanos de España que no podemos acceder ni a una vivienda digna….

 

Pero para qué van a mentir. Ése es el verdadero drama, que tanto unos como otros dicen su verdad, son sinceros, no mienten cuando sueltan todas estas perlas por sus bocas; son así, tal cual, y lo peor de todo es pensar en la cuota de poder tan alta que todos ellos tienen dentro de la sociedad española. Es para ponerse a temblar.


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