La pobreza no solo es un estado social o económico. También se puede hablar de "pobreza moral para definir a aquellas sociedades que han adoptado un modelo parasitario a costa de la explotación de sus semejantes

Martín Alhaja

El hiperconsumo que generan las grandes marcas comerciales, junto con el constante bombardeo publicitario y las facilidades de pago (y de endeudamiento) existentes, provocan en el ámbito social la mercantilización de la vida y la creencia de que todo es asequible a través de la compra. Así, sobre la base de la creación de necesidades y deseos que buscan satisfacerse en el mercado, se promueve un hedonismo materialista de fuerte raigambre individualista que identifica el consumo de bienes y servicios con la satisfacción de las personas, ignorando el disfrute de placeres básicos como la buena salud, el amor, la creatividad, la simple contemplación...

 

Y es que las multinacionales no buscan cubrir las necesidades vitales de la población sino vender una serie de productos y servicios sólo a quiénes puedan pagarlos. Así, mientras excluyen a los pobres, crean una estratificación social en función del nivel de consumo, generando modas y estéticas dominantes.

 


En la otra cara de la moneda nos encontramos con que tras un año de investigaciones en decenas de talleres textiles en Tánger (Marruecos), la ONGD Setem ha demostrado que determinadas firmas españolas subcontratan con talleres que violan gravemente importantes derechos humanos y laborales. Según Setem, el 60 % de los talleres de Tánger que contratan trabajadoras en condiciones "sociolaborales totalmente precarias e inaceptables", producen para marcas españolas conocidas. Entre ellas, el 25 % para Inditex (Zara), el 25 % para Mayoral y otro 15 % para El Corte Inglés.

Según esta ONG, el trabajo infantil está generalizado. Niñas de entre 12 y 16 años ocupan puestos de última categoría, cortando hilos o transportando cajas de tela de una cadena a otra. Algunos niños cosen a máquina antes de los quince años. Se trata de niños que trabajan una jornada completa y al mismo ritmo que los adultos, pero con menor sueldo. A veces sufren malos tratos físicos y también acosos sexuales.


Setem afirma que lo investigado es sólo "la punta del iceberg" y que sus datos "se podrían extrapolar a los más de 500 talleres informales de la zona de Tánger".

En el informe hecho público por Setem se detallan los abusos y violaciones de las trabajadoras textiles. La relación laboral se suele iniciar sin transparencia en cuanto a las condiciones laborales, el sueldo no corresponde a la horas trabajadas, que suelen ser diez diarias y se descuentan gastos por prestaciones sociales que no existen puesto que ningún obrero de los talleres está afiliado a la Seguridad Social. A veces, niñas y adolescentes de 14 a 16 años trabajan una noche entera después de toda la jornada. En caso de embarazo pierden su puesto de trabajo y además se les descuentan los días no trabajados por enfermedad.

Son frecuentes los accidentes de trabajo debido a una maquinaria vieja y obsoleta en condiciones de falta de ventilación y luz natural. Ante un accidente laboral, los gastos de los medicamentos corren por cuenta del obrero y éste no cobrará por los días no trabajados.


El concepto de enfermedad profesional es inexistente a pesar de la alta incidencia de enfermedades dermatológicas por el contacto con las telas, respiratorias por contaminación ambiental o lumbares por posturas inadecuadas.

Además, y siempre citando las mismas fuentes, sin vigilancia ni apoyo, muchos de los hijos de las trabajadoras de la confección abandonan la escuela. Niños de 10 años intentan emigrar a Europa entrando por el España debajo de los camiones y autobuses turísticos, y las hijas empiezan a trabajar en la industria del vestido a los 13 años. Este es el panorama que sufren muchas trabajadoras y trabajadores de la industria textil del Norte de África debido a las presiones ejercidas por las empresas españolas del sector.


Los derechos sindicales no existen, la palabra "niqaba" (sindicato en árabe) es desconocida para las obreras, cualquier reivindicación se resuelve con el despido.

Otra investigación llevada a cabo por Oxfam en Marruecos, hace hincapié en la importancia de las transnacionales españolas en las condiciones laborales de los trabajadores del textil en el país africano, principalmente las mujeres . Los testimonios de este documento proceden de gerentes, trabajadoras y sindicatos y la patronal marroquí del textil (AMITH). Permisos de ir al baño una vez al día, un porcentaje elevado de mujeres sin contrato, amenazas, o que no existe la cobertura médica ni la seguridad social son algunas de las afirmaciones que declaran los testimonios de esta investigación.

Intermón-Oxfam elaboró un informe en abril de 2004 con el título "Moda que aprieta que desvela la vinculación entre la política comercial de las grandes firmas que deslocalizan parte de su producción, y la precariedad laboral de los trabajadores y trabajadoras que están al final de la cadena. El informe también alerta a los gobiernos y empresarios de los países ricos y pobres, y a los organismos internacionales, de su responsabilidad en el cumplimiento de los estándares laborales internacionales.

Según el informe, las empresas de confección españolas deben avanzar más en sus políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para que influyan en sus estrategias comerciales y garanticen los derechos laborales en toda la cadena. El grupo Induyco, principal empresa de abastecimiento de ropa de El Corte Inglés, ha recortado en ocasiones hasta sólo 5 días los plazos de entrega a sus proveedores marroquíes. En el caso de Inditex (Zara), los plazos de entrega son de los más cortos del mercado (Zara renueva cada 20 días sus escaparates).

La presión del mercado se convierte en presión sobre las fábricas y tiene consecuencias en la propia política de producción de estas empresas contratadas. Según este mismo informe en temporada alta, las trabajadoras realizan entre 12 y 13 horas diarias, llegando en ocasiones a las 16 horas en una jornada. Por ley, las horas extraordinarias deben remunerarse un 25% más que las ordinarias pero no ocurre así. En una de las fábricas, las trabajadoras hicieron 89 horas extras durante el mes de julio. Habrían ganado 300 euros y solo recibieron 150 ó 180 euros. Estas mujeres sufren multitud de dolencias debidas al trabajo y en todas las fábricas está restringido y vigilado el uso de los lavabos con los consiguientes problemas renales y psicológicos


También en España se producen graves abusos por parte de las grandes empresas. El Convenio General Textil-Confección establece un salario mínimo superior al Salario Mínimo Interprofesional. Las mujeres se benefician especialmente de ciertas condiciones como son la mejora de las reducciones de jornada por cuidado de menores o minusválidos, la existencia de permisos no retribuidos para atención médica de menores y mayores a su cargo, o el desarrollo y tipificación de acoso y acoso sexual en el trabajo, así como de los conceptos de igualdad por razón de género y no discriminación salarial.

Pero estas condiciones no se respetan en cientos de talleres de mediano (50-60 trabajadoras) y pequeño tamaño (10-15 trabajadoras) donde la presencia sindical es inexistente, ubicados en su mayoría en Castilla La Mancha, Galicia y Extremadura.

Estos talleres reciben pedidos de, al menos, las 50 principales empresas de confección españolas para cortar y confeccionar sus prendas de vestir. En numerosas ocasiones la estrategia de estos talleres, ante la ingente cantidad de prendas que deben confeccionar en plazo, es la subcontratación de parte del pedido a otro taller. Según se desciende en estos niveles de primera, segunda e incluso tercera subcontratación aumenta la precariedad: temporalidad, jornadas de 10-12 horas, sueldos inferiores a lo legalmente establecido o empresas fantasmas que cierran y abren en otro sitio bajo otro nombre.

Según afirma Setem, en Toledo hay muchas mujeres que realizan en sus casas remates en prendas ya confeccionadas por un sueldo de 150 pesetas (0,9 euros) a la hora.

Aún existe un eslabón más en el grado de precariedad laboral: el de los trabajadores no regularizados, habitualmente chinos. Los sin papeles trabajan en turnos de hasta 16 horas y por un salario que a menudo no llega a los 600 €. Suelen comer, dormir y trabajar en el propio taller, en espacios que a veces no superan los 70 m2.

La actual carrera por conseguir unos costes más bajos no tiene límite y arrastra a los trabajadores –tanto de los países ricos como de los países pobres– hacia la precariedad laboral. Las consecuencias de mantener unas prácticas comerciales que fomentan la precariedad en los países más pobres, tiene su repercusión también en España.

El sector textil-confección es la tercera industria en volumen de ocupación en la UE y en España. En nuestro país cuenta con unas 7.500 empresas, que en 2001 proporcionaron empleo directo a 277.900 personas, aproximadamente el 10% del empleo industrial. Sin embargo, la deslocalización de las fases del proceso de producción más intensivas en mano de obra está provocando una caída del empleo.

Para hacer frente a todos estos problemas sociales y que generan las multinacionales es necesario que los ciudadanos nos concienciemos de los impactos que provoca el consumo y seamos conscientes de la constante incitación al consumo a la que nos vemos sometidos con el fin de manipular nuestras voluntades. Y debemos adoptar y potenciar, un consumo socialmente responsable y ecológicamente sostenible, exigiendo a las empresas un compromiso con la sociedad y los derechos