Juan Fº Glez Tejada

 

 

 

Somos pocos los que nos acordamos a diario de esa desesperación que llama a las puertas de las españolísimas ciudades de Ceuta y Melilla.

 

Si pudiéramos ver en la cara del negro desesperado un reflejo de nuestra propia alma, negra por el olvido y por la insolidaridad, tal vez ese reflejo fuera un síntoma, un anuncio, una llamada de atención para despertar en nosotros el único RACISMO legitimo y legitimado para cometer todo un holocausto. Un holocausto cuyos artífices en lugar de ser condenados debieran ser elevados a los altares de la gloria y la alabanza social. Ese racismo que alimentado por nuestros valores de hermandad barriera de nuestros pueblos lo mas negro de nuestras almas, esa oscuridad que nos permite ser insensibles a las tragedias de los demás.

Somos conscientes que nada se resuelve dejando superar nuestras fronteras a todos los hambrientos. Sin embargo, son muchos menos los que también son conscientes de que el problema no acaba, con no dejarlos entrar. Porque, como dicen los expertos con respecto a la gripe aviar, la mutación es en este campo, también, cuestión de tiempo. El hambre, la desesperación, aderezados con la información de que otro mucho mejor, no solo es posible, sino que incluso existe, y que es en el que nosotros estamos, nos debiera hacer comprender sin lugar a dudas que por altas que sean las vallas no podremos parar la Esperanza de los que piden Justicia; de los que hambrientos ven el pan, sedientos ven el agua, y a buen seguro confían en la ayuda de un Dios que no les va a dejar solos, porque eso es lo que les enseñaron desde pequeños a todos los cristianos. No podremos proteger nuestra cultura, ni a los nuestros, si no matamos nuestra alma negra, nuestra mala conciencia, si no creamos urgentemente mecanismos estructurales que transfieran parte de nuestras rentas a lo hambrientos. Sobre todo para enseñarles a pescar y a crear, que esta no es una cuestión de caridad, sino de justicia. Y que se entienda que cuando digo nuestras rentas, digo, sobre todo, las de los sectores que se han enriquecido y se enriquecen más con los procesos especulativos y usureros de las económicas desarrolladas, esas manos muertas a las que van a parar el producto final de nuestros trabajos. El objetivo es el arraigo en la conciencia de las futuras generaciones de que no estamos solos en el mundo.

 

 

 

Nuestro Azul Esperanza, no está solo para la Esperanza temporal de los nuestros, que también, sino para Esperanza universal de nuestro mensaje de Justicia y hermandad desde el TRABAJO de los hombres. Somos la otra opinión, LA AUTENTICA azul, sobre la marcha del hambre para ser saciada.