F. L. G. "Roger

 

Hay momentos en la historia que representan un punto de inflexión, y uno de ellos fue aquel en que dentro de una tribu que se sentía particularmente amenazada se decidió relevar de sus funciones como cazador, pastor o agricultor, a los más fuertes o diestros en el manejo de las armas, para que pudieran proteger al resto de los miembros de la tribu mientras realizaban sus funciones habituales. A cambio de su protección cada uno de ellos cedería una parte de sus víveres o manufacturas al protector, naciendo de esta forma la figura del soldado profesional.

 

Con el nacimiento de las "polis, una parte de estos soldados fue dedicada al control interno del orden dentro de las ciudades naciendo el policía, siendo asumido este rol en su origen por aquellos soldados que habiendo quemado su juventud en la defensa de las fronteras pasaban a un servicio en segunda fila, si bien posteriormente alcanzarían su propio status.

 

Tanto el militar como el policía nacen del concepto del servicio al ciudadano, aportando su preparación continua y el compromiso del sacrificio de su propia vida en beneficio de la seguridad colectiva, en contrapartida a su intangible productividad. Su lealtad es por igual para todos los miembros de la comunidad, sin cortapisas de tipo político, personal, o económica, pero en el caso del militar y el guardia civil se les pide además que al abrazar su profesión renuncien a ciertos derechos que para el resto de la ciudadanía se consideran inalienables, como el derecho de sindicación, afiliación política, e incluso el de libre expresión.

No siempre ha sido así, pero tras la amarga experiencia del periplo de la II Republica que nos condujo a la Guerra Civil, se evitó muy mucho repetir el error en la Transición, quedando así reflejado en la actual Constitución.

Naturalmente el uniformado es ante todo un ser humano, y como tal siempre se sentirá más cercano a uno u otro ideal político, dependiendo de cuales hayan sido sus circunstancias, sus antecedentes familiares, su formación, o su desarrollo personal, y pedirle una asepsia política es ilusorio. Lo que se le pide es que deje aparte sus ideas políticas en el ejercicio de sus funciones. Desgraciadamente, ni siquiera estas instituciones quedan limpias de la lucha política, y en cada cambio de legislatura tenemos que ser testigos de purgas y cambios en la cúpula, en los cuales el partido en el poder reparte cargos de acuerdo a la afinidad política del nominado, sin tener en cuenta que no sea el más cualificado para el cargo.

La cohesión del estamento militar se rige por el principio básico de lealtad, que es un camino de doble vía: lealtad del mando hacia el subordinado, preocupándose por su bienestar y seguridad, y del subordinado al mando ofreciéndole su subordinación y disciplina.

Afrontar el riesgo de la muerte o la mutilación en el cumplimiento de la misión, solo es asumible cuando el subordinado sabe que su superior ha adoptado una decisión de acuerdo a su mayor competencia profesional.

Si la lealtad del mando hacia el estamento político pesa mas que la debida a sus subordinados, y su capacidad de decisión se ve mediatizada por sus directrices, entonces el principio de lealtad se quiebra, y con él la confianza en el mando.

En el lamentable suceso del Yakolev, hemos asistido a un penoso ejemplo en el cual ciertos militares han estado más pendientes de no salirse del presupuesto, que de garantizar la seguridad de sus subordinados primero, y de tapar su ignominia después no prestando la debida atención a los restos de los fallecidos con tal de echar tierra cuanto antes al asunto.

Una vez cambiado el gobierno y llegado el momento de rendir cuentas, el ministro anterior echa la culpa a los militares, y los militares al ministro. En esta pelea de buitres los contrarios arriman el ascua a su sardina cargando sobre el rival político y el actual ministro pide que "se deje en paz a los militares. Pero no se puede dejar en paz a quien vulnerando el principio de lealtad al subordinado no fue capaz de decir "NO, en contra de lo que le dictaba la supuesta competencia que le avalaba para ocupar ese puesto, pero ¿Era esa persona la mas adecuada para ocupar ese puesto?, si era así ¿Mediatizo su decisión la lealtad hacia cierto partido político?, o es que ¿No tuvo la suficiente entereza moral para mantener su posición?.

Otro de los legados de la transición fue el desvincular la policía del estamento militar, concediéndoles los derechos que se le niegan al militar, lo cual es paradójico, cuando en realidad sus principios de actuación frente al enemigo interno (delincuente o terrorista), y los valores morales necesarios para asumir los riesgos que se le exigen son los mismos. En este caso las consecuencias de la afiliación política de sus miembros han ocasionado oscuros episodios como los agujeros del 11-M, o la detención de militantes del PP por una inexistente agresión al Sr. Bono, poniendo en entredicho su independencia frente al poder político.

La Guardia Civil, antaño "Benemérito Cuerpo, a pesar de su innegable valía e inolvidable historial de servicio al ciudadano, debido a su doble dependencia ministerial se ha convertido en un híbrido entre militar y policía con serios problemas de identidad, y una importante fracción interna entre una cúpula preocupada por mantener su estatus, y una base que se siente maltratada por su carácter militar y en agravio comparativo con sus colegas policías. Tanto unos como otros ven en la sintonía con el poder reinante la defensa de sus aspiraciones, y la resultante es un comodín que el gobierno usa a su antojo, dándose casos lamentables como el affair "Roldan, o paradójicos como ver a un general del Ejercito del Aire al frente del cuerpo por puro amiguismo.

La herramienta de trabajo del militar, policía, o guardia civil es a su vez de defensa y ataque, y no es el brazo que la empuña quien le confiere la gloria o la ignominia, si no la cabeza que rige sus actos. La misión de esos brazos es estar entrenados para realizar la misión que de ellos se espera, pero si sus actos están mediatizados por la lealtad debida a quien le coloco en el cargo, o quien puede hacer realidad sus aspiraciones, estarán más pendientes de seguir la línea de acción marcada por el partido en el gobierno, que en aplicar lo que su profesionalidad y moral les marca como correcto para llevar a cabo lo que es su razón de ser:

"Defender a España y a los españoles aun a riesgo de sus propias vidas.


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