Dionisio de Osma

La presente, pretende ser, no sólo un homenaje a nuestro fundador, cuando se cumplen 100 años de su nacimiento, sino también a los muertos, a toda esa tristemente desaparecida generación de la primera hora, que fue devorada por el odio cainita que asoló España durante nuestra incivil contienda, - odio del que también José Antonio fue victima -, y de la que algunos, más de los que se cree, todavía blanquean con sus huesos, montes y taludes, porque aunque últimamente pretendan hacernos creer lo contrario, también hay muchos, muchísimos desaparecidos del bando contrario al republicano, que también merecen, - puesto que la justicia debe alcanzar a todos por igual -, ser arrancados de las anónimas fosas y prados donde reposan, y recibir digna sepultura.

Tampoco sería justo, olvidar a todos aquellos, - supervivientes de unos tiempos tan tormentosos -, que aún sobreviviendo en algunos casos a dos guerras, como es el caso de los ex – combatientes de la División Azul, vieron truncadas por el derechismo reaccionario del franquismo sus anhelos de una España más justa, solidaria y coherente, y que el tránsito inexorable del tiempo, no les ha permitido continuar entre nosotros.

Por último, - pero no por ello menos importantes – a todos aquellos venerables, supervivientes de aquella época brillante y apasionada, y en general a todos aquellos falangistas de otros tiempos, taumaturgos brillantes y tenaces, que en la dura, faústica y agitada España del siglo XX, crearon para nosotros, razones, obligaciones y derechos.

Pero como el sentido crítico y práctico de las cosas, nunca debe perderse de vista, ésta, también es una carta abierta, más que a cualquier falangista, - puesto que por desgracia siguen pululando por esos mundos de Dios, ciertos sujetos, que de José Antonio sólo imitan y perciben el verbo fogoso, la pose guerrera y otros atributos visuales, lo que, aunque ellos no lo sepan, no los hace falangistas -, a cualquier Joseantoniano de buena fe, de los de verdad, sin distinción alguna, ya que entre todos los que presentamos tal denominador común, no hay cabida para distinciones.

Tal característica, lo dice todo, nada más, - y nada menos -.

Por encima de todo, guste o no guste, pese a quién pese, y para gozo de muchos y escarnio de pocos, - poquísimos -, SOMOS MUCHOS, pero como todavía esperamos ser muchos más, es mi intención, animar, al abrigo de tan emotiva efemérides, a todos aquellos que identificados con tan noble y limpio pensamiento, norma y brújula de comportamiento, que por el motivo que sea, mantienen sus convicciones ideológicas, en una zona quizá demasiado aletargada de su quehacer cotidiano, - aunque tal pensamiento flote en el ambiente de una manera casi imperceptible y se deje entrever como timón existencial - , a que sean inconformistas, ambiciosos, a que no renuncien a nada, a que crean firmemente que la FALANGE SI ES POSIBLE, y si no es como militantes, puesto que ésa es una decisión adscrita al ámbito personal de cada ser humano, si al menos, cuando hagan uso de la poca libertad que en estos tiempos nos resta ya, en el crucial e importantísimo momento de decidir a quién prestar apoyo en las elecciones.

Puede ser, - al abrigo de lo ya expuesto, puesto que no conocen otra manera -, que alguno de esos "sabelotodos, de esos que pretenden decir siempre la última palabra, formule la clásica pregunta, probablemente revestida de cierta crítica solapada: "¿y a cuál Falange voto?, ¿cuál es la mejor, o la que representa de manera más adecuada este pensamiento?, y aunque la pregunta tiene – por el momento, ya que el tiempo todo lo cura -, cierta razón de ser, la respuesta por sencilla, no ha de asustarnos, ya que y aún abusando de cierta frase publicitaria, de amplia y pretérita resonancia, puede contestarse algo tan simple, como "busque, compare, y si encuentra algo mejor – cosa realmente extrañísima -, apóyeles con su voto.

Aquellos que conocemos realmente a José Antonio, - y me reitero en mi pensamiento de que no somos pocos precisamente -, sabrán, automáticamente, luego de realizar el proceso anteriormente comentado, que decisión tomar, y obrarán consecuentemente.

Pero quiero ser ambicioso, despreciar el pájaro en mano, y coger con ésta los cien que vuelan, y aspirar a más, y por ello, no acotar de manera excesiva, un terreno, en el que, hoy por hoy, y por derecho propio, llevamos la voz cantante, y es el de la defensa del ser humano, de sus derechos fundamentales, de su derecho a la vida, pero eso sí, una vida digna, rica, creativa, provechosa, no este triste y habitual simulacro, al que por desgracia, - y casi sin darse cuenta -, se está acostumbrando la mayoría de la sociedad, y reclamar la participación en nuestro proyecto, no ya de falangistas y Joseantonianos, si no también, - como se anticipa evidente -, de otra categoría social, de la cual la doctrina Joseantoniana es el máximo exponente, que es la de todos aquellos, que por encima de cualquier otra cosa, se consideran humanistas.

Es una oferta razonable.- cosa muy rara en estos tiempos -, y de los interesados depende, dar un paso al frente, y reclamar, lo que por nuestra condición humana, - al margen de leyes, normativas y demás andamiajes jurídicos -, nos corresponde, y que bajo ningún concepto, representan unos privilegios o generosas concesiones otorgados por las estructuras de poder o magnánimos y paternalistas compendios legales, sea cual sea la etapa histórica en la que nos encontremos, hasta en el más recóndito y olvidado rincón del planeta.

Continuando el proceso de reflexión sobre la dimensión histórica del evento que nos ocupa, su significación no radica ya sólo en que se cumplan cien años del nacimiento, del español, quizá más importante desde los tiempos de Felipe II, si no de que a pesar del tiempo transcurrido, el pensamiento de José Antonio, sigue más vivo que nunca, puesto que éste, al emanar de la filosofía humanista, racionalista y regeneracionista, - tan amada por don José Ortega y Gasset, y por el doctor Gregorio Marañón y Posadillo - , también lo hace, empleando un lenguaje más llano y simple, de lo que popularmente se conoce como el "sentido común•(de ahí, su genialidad y singularidad, puesto que a pesar de que se trata de un chiste fácil, todo el mundo sabe que por desgracia, es el menos común de los sentidos).

Puesto que el "sentido común, aún siendo un termino un tanto ambiguo– para los que huyen del conocimiento como si fuera la peste -, denota una forma de pensamiento, que no posee fecha de caducidad, y su validez, está fuera de toda sospecha o duda, ya que no es reo de sufrir el pestilente y desagradable proceso por el cual, determinadas y polvorientas ideologías (por llamarlas de algún modo), terminan por apestar aún más que las momias que las representan.

Nuestra patria, sigue presentando una vasta, particular y compleja problemática, que las contradicciones del capitalismo salvaje, y la crisis de valores que arrecia sobre el modelo occidental de convivencia, agudizan, y que en base a nuestro pensamiento, pueden obtener solución, aunque sepamos en lo más profundo de nuestro fuero interno, que será necesario una dosis descomunal de paciencia, y muchísima cooperación y trabajo.

Prueba de la buena salud que goza nuestro pensamiento, es nuestra presencia, aquí y ahora, la cual, - al contrario que en otros muchos casos -, no es producto ni de "modas, "marcas, ni de atracciones emotivamente desenfrenadas hacia con un "estilo o "parafernalia.

Dado que nosotros ya estamos más que convencidos, es nuestra labor, - como parte integrante e insoslayable de la acción política –, hacer lo propio con todos aquellos que tengan a bien prestarnos un mínimo de atención, para completar su grado de información – y de formación, ya que en muchos de nosotros late un docente presto a la labor -, o bien, para superar prejuicios e indecisiones.

Pero todo lo anterior, solamente es viable, con un poco de colaboración, colaboración por parte de todos aquellos, que conformando un considerable porcentaje de la población española, con demasiada frecuencia, se lamentan en privado, y muchísimas veces en público, (aunque como éstos son unos tiempos socialmente asesinos, en los que la gente no es dada a escuchar,- quizá porque a ellos tampoco nadie les escucha - , en realidad, y aunque nos encontremos rodeados de gente, en muchas ocasiones nos envuelve la más lamentable de las soledades) de asuntos o temas, profundamente conocidos y necesitados de urgente solución, como el paro, la corrupción, la degradación cultural de la sociedad, la delincuencia, el terrorismo, las tentaciones separatistas, y un largo etcétera, y achacando la pervivencia de tales problemas a la ineficacia, torpeza e incluso pasividad manifiesta de los grupos políticos habituales en el poder, pero sin que ello se traduzca en la acción, que a la hora de los comicios electorales, sería deseable, - y al menos desde un punto de vista, racional -, previsible: castigar a la inutilidad personificada, a las formaciones políticas más conocidas, dando una oportunidad, a otras opciones, más coherentes, más humanas, y más honestas.

Es muy fácil protestar sobre esto, sobre lo otro, y lo de más allá, "de boquilla, como suele ser harto habitual, con el monólogo, tantas veces observado, - y no por ello menos lamentable -, al que se suelen entregar ciertos sujetos, cuando a la hora de la comida, se disponen, sin ninguna clase de cortapisas, a "poner a parir o criticar, - rayando incluso en lo soez y lo vulgar -, todas y cada una de las noticias o sucesos de marcada índole política y social que conforman un informativo, sea cual sea su medio de recepción, tanto radiofónico, como televisivo.

Un psiquiatra o psicólogo, podría argumentarnos, con cierta razón, que esa es una forma que ese sujeto posee, para "descargar o evacuar tensiones, frustraciones y demás demonios espirituales, opinión, que si bien es aceptable, no por ello deja de convertir la hora de la comida de esa familia ( ya que este ejercicio de "bombardeo oratorio, nunca se suele hacer a solas, puesto que la presencia de público, resulta imprescindible), en un auténtico "tostón, y puede que tal acto represente, - de una manera casi subliminal -, la primera fase de la siembra de la demoníaca semilla de la tan tristemente conocida violencia doméstica, ya que si uno se despista, un grano de arena, puede terminar por convertirse en una montaña.

Toda la andanada bucal de fuego y azufre, contra las adversidades políticas, sociales y económicas , no vale para nada, y para colmo, representa un gasto inútil de energías, si no se traduce en una voluntad decidida de cambiar las cosas, puesto que es muy cierto que un solo individuo no hace nada, pero ¿y cientos?, ¿y miles?, ¿qué podría ocurrir si todos los que SOMOS MUCHOS confluyéramos en la misma vía?.

La respuesta es simple: tendríamos margen de maniobra para influir y cambiar muchas cosas, que no porque lleven mucho tiempo implantadas de una manera oficiosa,- e incluso oficial en algunos casos -, son necesariamente buenas.

Porque por otra parte, se da el vergonzoso hecho, de que aún existiendo normas o leyes que protegen (de manera redundante), derechos intocables e indiscutibles del ser humano, como es el derecho a un trabajo y vivienda digna, a formar una familia, a vivir en paz y libremente, etc, etc, ¿se cumplen realmente tales derechos?, ¿cuántos españoles carecen no ya de una vivienda digna, si no de una vivienda en si?, ¿cuántos de nuestros compatriotas tienen realmente un trabajo digno tanto en lo económico como en las garantías de su integridad personal?, ¿por cuánto tiempo más, creen los partidos largamente enquistados en el poder que esta farsa puede seguirse perpetuando?, ¿es que acaso no interesa profundizar en democracia?.

Cuando no se está satisfecho con la opción dominante en el poder, y no se emprenden las acciones adecuadas encaminadas a cambiar, mediante los procedimientos establecidos la situación, se es tan culpable como todos aquellos que de una manera consciente, con su voto o condescendencia si apoyan tal situación.

Esto también incluye, a todos esos "pensadores de opereta o "mentores de salón, que argumentando ciertas "purezas ideológicas y cierta "antigüedad legitimadora e incluso el acceso a un conocimiento superior que según ellos, a los demás nos está vetado siempre según tan cerril criterio, en base a nuestra inferior capacidad intelectual, (lo que, aparte de ser propio de la más grotesca de las soberbias, refleja un preocupante complejo de inferioridad, regado todo ello precisamente, con la falta de inteligencia, que por boca de tales sujetos, a los demás, nos es característica) no solo no colaboran, no ya con nuestro proyecto político, si no que no lo hacen con ninguno, conformándose en una especie de "cañones giratorios, para los que todo aquello en los que ellos no sean cabeza visible, es una diana digna de ser destruida.

Recapitulando sobre todo lo ya expuesto, y haciendo un adecuado balance histórico, ya superadas ciertas etapas de postración política, marcadas en un principio por cuarenta años de secuestro derechista y reaccionario, y más tarde por la funesta concepción - heredada del antiguo régimen -, como que José Antonio, la Falange y el franquismo conformaban un monolito indisoluble, cosa que cualquiera dotado de un mínimo sentido crítico y de un poco de curiosidad histórica, puede comprobar que constituye una monstruosa falsedad, - eso sí, mezquinamente explotada tanto por derechas e izquierdas - ha llegado el momento de que volvamos a saltar a la arena política, tal como magistralmente lo hiciera nuestro fundador, al que será casi imposible superar, sobre todo en su visión crítica de las cosas, más allá de lo superficial y de lo aproximativo.

Podría haber realizado este humilde escrito de homenaje, de manera análoga y por muchos de nosotros conocida , a la realizada por algunos de aquellos y serviles "francofalangistas, como Arrese (según don Ramón Serrano Suñer, si José Antonio era el príncipe de la Juventud, Arrese era el príncipe de la ordinariez), Girón, Fernández – Cuesta (God save the Queen´s mother), y caracterizada por una más que evidente tendencia al elogio desmedido, pero no lo considero adecuado.

José Antonio merece ser elogiado, en base no sólo a sus descomunales cualidades humanas, si no también por su ejemplo de sacrificio, abnegación, capacidad de trabajo y sobre todo, por el hecho, - por muy pocos en justicia tenido en cuenta -, de que por defender a los desvalidos de España, a los desheredados de la nación, por proteger todo aquello en lo que en justicia creía (y en lo que obviamente nosotros creemos) sacrificó comodidad en lo económico, una brillante trayectoria profesional como abogado, y lo que es más importante, su propia vida; vida que le fue arrancada, precisamente por mano de aquellos, que él se empeñó, - sin pedir jamás nada a cambio - , en defender a ultranza.

Pero dije que no consideraba adecuado articular tales ejercicios oratorios, y lo dije, porque deshumanizan la figura de José Antonio, convirtiéndolo en una especie de semidios, lejano y altivo, cosa - como es evidente -, profundamente alejada de la realidad, y que para colmo de mezquindades profesionales, - tan características tanto de izquierdas como de derechas -, se ha intentado utilizar, sin éxito, para denostar su figura, argumentando (por llamarlo de alguna manera), que la concepción popular de héroe, de patriota, de intelectual y de revolucionario que el español medio tiene de José Antonio, se debe a los cuarenta años de machacona propaganda franquista, cuando la realidad de su figura, supera con creces a cualquier homenaje o elogio, por encendido que éste sea.

Éste, es su colosal legado, y de todos nosotros, depende conservarlo y aumentarlo, para que también pueda servir a las generaciones venideras de españoles, como guía existencial, más que como forma de pensar, como forma de ser, ya que la mejor manera de rendirle homenaje, - ahora que se cumplen cien años de su nacimiento- , es salvar del limbo político, de los manuales de doctrina histórica, lo mejor de su buen hacer, y aplicarlo a solucionar los problemas de España.

Aún cuando la inmensa mayoría de los que aquí estamos, no podamos alcanzar a ver el segundo centenario, - el tiempo no perdona a nada ni a nadie -, otros lo harán, y SERÁN MUCHOS, y entonces, - tomando prestadas en esta oportunísima ocasión las palabras del como dijera Francisco Bravo, EL HOMBRE, EL JEFE, EL CAMARADA -, "nuestros huesos resecos se sacudirán de alegría y harán nacer flores sobre nuestras tumbas.

¡Arriba España!


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