Bueno pues ya el PP tiene también a su guapito al frente. En este país de sobreactuación feminista en los últimos tiempos, resulta que los cuatro partidos principales del guiñol político nacional, tienen a cuatro señores al frente, todos, menos uno, cortados por la misma tijera, buena planta, cierta juventud, monos y con guiños a eso que la izquierda aparenta odiar tanto, el postureo de los políticos norteamericanos, y mira por donde es precisamente el querubín del PSOE, el que más lo practica de todos.

Quizás seamos injustos al hacer la salvedad de la “belleza” de Pablo Iglesias, si bien, a priori, tanto Pedro Sánchez (PSOE), como Alberto Rivera (Cs) y Pablo Casado (PP), parece que tienen mejor facha (con perdón) que el líder de Podemos, Iglesias cumple más con los parámetros de los cánones perroflauteros, esos dientes sin arreglar, esa barba de anarquista hambriento, esa coleta de cervecero de litrona, esas camisas de progre de barriada, pero el hombre debe de tener su éxito, ahí lo tienen de pija de izquierdas en pija de izquierdas.

Total, que mucho feminismo, mucha “visibilidad” y “empoderamiento” femenino, pero ni uno solo de los partidos que manejan el cotarro político nacional, tiene a una señora al frente. El panorama nacionalista es el mismo, peor si cabe, ya que el perfil de los líderes de las autonomías levantiscas no son precisamente muy actuales en su imagen personal, ni dignas de demasiada admiración estética.

La izquierda, desde su fundación, tiene muy claro eso de que una cosa es predicar y otra dar trigo, aunque la inmensa mayoría de sus seguidores no se enteran y el resto, los que viven del pesebre, hacen como que no se enteran, peor, quieren hacernos creer a los demás que sí que dan trigo y a manos llenas. Pero sigamos con lo del feminismo, ¿habrá una “intelectual” más entregada a la “causa” que Almudena Grandes? Cumple todos los parámetros requeridos para el apesebramiento, incluida su tendencia a la “Memoria Histo(e)rica”. Pues resulta que a la buena señora, tan cumplidora de los mandamientos fundamentales del rojerío, le han nombrado al marido director del Instituto Cervantes, a él, no a ella, la gran escritora y columnista, a él, poeta mediocre, profesor busca líos, comunista a la violeta de rancio aroma. Por cierto que el hombre ha hecho, nada más entrar en el cargo, lo natural de quien debe velar y difundir la lengua de Cervantes… su intención de promocionar desde la institución cervantina las lenguas regionales, con un par y con el dinero de todos los que hablamos como Sancho.

En resumen, en el próximo debate televisivo para unas elecciones generales, tendremos a ese poker de bellos delante de las cámaras, así, las mujeres de este país tendrán la ocasión de analizar sus propuestas electorales, sus currículos académicos, sus trayectorias profesionales, sus capacidades intelectuales, en fin, esas cosas tan fundamentales que analizan los votantes para decantarse por un candidato u otro… por los cojones.

Eugenio Abril