Por Mendelevio.

“No están abriendo fosas, están abriendo trincheras”. Con esta frase describía Sánchez Dragó la actuación de los grupos de la “memoria histórica”.  La sentencia tiene el valor moral ya que su padre fue asesinado por los rebeldes a principios de nuestra última guerra civil. Los militantes de la  “memoria histórica” no se han planteado su actuación como un homenaje a las víctimas  y como  una enseñanza para que no vuelva a ocurrir. Es un arma arrojadiza para mantener el espíritu de la guerra vivo. No se busca conservar los restos arqueológicos del conflicto, salvo en algunas zonas que están recuperando refugios anti aéreos o escenarios de batallas… se están dejando que se borren las huellas materiales del conflicto. Pero se quieren mantener vivas las heridas morales.

Ni un muerto más en enfrentamiento entre españoles

Dar sepultura a los muertos, identificarlos y honrarlos es loable… mantener eternamente las dos Españas enfrentadas, diferenciar a unos muertos de otros dependiendo del origen de la bala que los asesinó es mezquino. Tan victimas del odio de la Guerra Civil son Muñoz Seca, Melquiades Álvarez y José Antonio Primo de Rivera como García Lorca, Batet o Companys. No hay asesinos buenos y victimas malas.

En el otro lado tenemos a los herederos del franquismo. Muchos de ellos siguen usurpando los símbolos de Falange. Quieren mantener vivo el espíritu del 18 de julio. Como hizo el régimen franquista. Como hacía Blas Piñar. Se regodean en el mayor fracaso de España como nación: la Guerra Civil. El 18 de Julio no es un día a celebrar, sino a lamentar. El día en el que los españoles no fueron capaces de emprender empresas creadoras en común y empezaron a matarse. Mantener ese  espíritu contradice en testamento de José Antonio: Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia. El que reniegue de estas palabras no puede llamarse joseantoniano ni falangista. No se puede amar a España y querer verla desangrase en un conflicto entre hermanos. No se puede amar a España y odiar a la mitad de los españoles.