En un sistema como el actual, que degrada a los ciudadanos a la categoría de simples electores y a las personas a la categoría de meros consumidores, no cabe duda de que es legítima la utilización del consumo como herramienta política, para manifestar de forma activa un apoyo o un rechazo popular.

Nada que objetar, pues, a que los ciudadanos boicotearan, por ejemplo, a una entidad financiera que a ellos les obligue a pagar mientras a los partidos les perdona sus deudas a cambio de favores. O a una empresa que tome políticamente partido por algo con lo que no estemos de acuerdo.

Pero tenemos que rechazar con decisión un boicot que se plantea genéricamente como "a los productos catalanes. No se encontrará, entre las personas que formamos parte de Falange Auténtica, a nadie dispuesto a secundar un boicot a productos en función de su origen en una u otra de las regiones españolas. Amamos lo catalán, como amamos lo andaluz, lo extremeño, lo canario, lo vasco, lo valenciano, lo castellano… lo de todos y cada uno de los rincones de nuestro país. Boicotear un producto simplemente por su procedencia catalana es una ofensa a uno de los pueblos que integran la plural nación española y que nadie dude de que nos sentimos directamente aludidos. Es también un ataque a muchos pequeños productores y a trabajadores catalanes, que no necesariamente comulgan con las ideas nacionalistas. Y es un método de presión del todo inadecuado en su torpe planteamiento, que da alas al separatismo y argumentos a su victimismo.

Pero que no se engañen quienes han sembrado vientos y recogen ahora -hipócritamente escandalizados- las previsibles tempestades. De la misma manera que censuramos este tipo de medidas equivocadas, y por idénticos motivos, rechazamos de plano los boicots que desde hace años se alientan en Cataluña, por sectores nacionalistas radicales, contra productos del resto de España. Y, por descontado, denunciamos el auténtico boicot cotidiano que en la práctica sufren muchas personas - comerciantes, estudiantes, profesores…- por optar por expresarse en español. El intento de imposición e inmersión lingüística, que pretende ir rompiendo el bilingüismo practicado por el pueblo catalán, es uno de los boicots más mezquinos e inadmisibles que puedan plantearse.

Porque creemos en la unidad entre los hombres, los pueblos y las tierras de España, nunca nos encontrarán en el lado de los separatistas ni en el de los separadores, jamás estaremos con ningún boicot que exprese rechazo a lo español en general o a lo catalán en particular.

Estas fiestas brindaremos con cava catalán (o con sidra asturiana, o con espumosos de cualquier punto de España, a gusto de cada cual) por la convivencia, por la solidaridad y por la unidad.